jueves, marzo 22, 2012

De cómo sucedió lo que pasó.

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No tenía razones personales de interés profundo ni crítico para estar sentado en el clásico bar con mis amigos, escuchando buena música y compartiendo unos litros de cerveza. Fue un día precipitado y los motivos eran los de siempre: embrutecerme un poco, gritar bastante, reírme aún más y ahogar las preocupaciones.

Trago tras trago fue cayendo la noche y la hora de marchar se había retrasado ya casi 4 horas. En fin, marchamos. Caminando hacia mi casa se dan las inevitables conversaciones cómicas, deternse para comprar comida que sabe horrible (pero por el hambre sabe bien), empujones, gritos, risas y los cómodos silencios entre amigos.

Y ahí estaba yo, intentando seguir la hipotenusa de una esquina que nos ahorraría cierto trecho en el camino hacia mi hogar. Subí al pequeño balcón para cruzarnos el muro y le dije a mis amigos: "¡Puta muchá, saltémonos al otro lado y así nos ahorramos camino!". Y su repuesta fue clásica: "Sho cerote."

Y bueno, era una iglesia, y no debía irrumpir propiedad privada saltándome los muros. Así que honradamente me retracté y de un brinco bajé el balcón. Pero antes de relatar el suceso que concurrió a continuación del salto, debo explicar adecuadamente la geografía del terreno. (Ver Figura 1).



- Figura 1 -


Para explicar bien, detrás del muro había un parqueo que podíamos cruzar para ahorrarnos un poco de camino. Nuestra dirección original está marcada por la flecha roja. Al balcón que subí intentando cruzarnos el muro fue el balcón marcado por la flecha, y la distancia entre la banqueta y el balcón era de aproximadamente medio metro. Pueden notar también el tipo de banqueta, en el que hay varias planchas de concreto separadas (a forma de decoración supongo) por una hilera de ladrillos.

En fin, ahora que la geografía está explicada retomaré la narración.

(...) y de un brinco bajé del balcón. Al caer, mi pie derecho cayó en el filo de la grada formada por la hilera de ladrillos faltante, torciéndome drásticamente el tobillo derecho. (Para describir la anatomía de la caída pueden ver la figura 2).



- Figura 2 -


Y lo esperado fue una caída muy cómica que desató la risa y la burla de mis acompañantes. Pero al notar mi incapacidad de caminar todo cambió de tono.

En mi cabeza estaba presente la idea de un esguince o torcedura, nada drástico. Agradezco la compañía de mis amigos, de lo contrario me hubiera sido exhaustivamente difícil llegar a mi casa brincando en un pie, considerando que estábamos aproximadamente a 8 cuadras de distancia. Lo admito, fue un camino cansado para los tres, pero logramos la llegada.

Ya en mi hogar, con la luz artificial y mi tobillo descubierto logré visualizar la magnitud del edema que se había formado en menos de 30 minutos. Algo serio. Pero para no preocupar a nadie me fui a dormir tranquilamente.

Para los que lo pregunten, el dolor era manejable y soportable, nada que lo hiciera llorar a uno. Lo difícil fue quitarme el zapato, el calcetín y el pantalón.

Al día siguiente la idea de una fractura era obvia, notando la grandeza del edema, la equimosis periférica, la incapacidad de movimientos (sólo mínimos) y dolor provocado al tacto. Supuse que era un tipo de fractura sencilla; y gastar en diagnósticos y tratamientos privados, fue algo innecesario. Con mi mamá y mi hermano nos encaminamos al Hospital Roosevelt para tomarme unas radiografías, saber el diagnóstico y luego enyesarme. Pues, es un hospital público, todo es gratis. (Para ver imagen del pie inflamado ver figura 3.)



- Figura 3 -


Después de la espera de media hora pasé a la sala de radiografías (la espera fue debido a que ya no tenían películas radiográficas) para la toma frontal y lateral del tobillo (lo admito, me contuve un gran dolor por la manipulación y movimientos).

Llegó el doctor (supongo que haciendo prácticas de su posgrado de traumatología y ortopedia) y me dice "¿sos Max? - Sí, soy yo. - Te luciste mano, fractura trimaleolar." A lo que mi señora madre pregunta "¿Y cómo se trata eso doctor? - Hay que operar, poner placa y tornillos. Usted decide si lo tratamos acá, pero la operación sería hasta el miércoles. - No, creo que me lo llevaré a otro lugar. - Ok, sólo firme acá de que rehúsa al tratamiento."

Y mi madre me dice: "100 puntos Max". Y aún no me explico cómo logré destruir de esa manera mi tobillo.


- La historia en el Hospital Novicentro es otra... otro cuento y otro día. Sólo aclaro que el diagnóstico completo es: fractura trimaleolar (el maleolo posterior no fue gran cosa, no necesitó tratamiento quirúrgico, según entendí tipo Weber C), ruptura de ligamento deltoideo y ruptura de sindesmosis de tobillo. -

viernes, marzo 16, 2012

Cuento: "Meditación de un hombre común."

¿Era oportuno llevar algo así a casa en este momento? Mis hijos me lo agradecerían, pero seguro mi esposa terminaría insultándome seriamente. Siempre quise uno. Bueno, de hecho no, pero sería un excelente excusa.

Pero pensar en todo lo que tendría que hacer para mantenerlo, la inversión económica, el tiempo y la paciencia. Nunca he sido muy paciente, siempre trato de serlo pero al minuto ya me impacienté. Eso es algo que no me gusta mucho de mí. Sé que debo mejorar, he tenido bastantes problemas por los defectos que sé que tengo y nunca solvento. Sé que también soy bastante gruñón y seriamente haragán para los oficios de la casa...

Ah, la casa, tanto dinero, sentimientos e ideas invertidas ahí, tanta gente involucrada. Mis hijos y esposa vivimos bien, pocas veces agradezco a Dios por eso. Es algo decepcionante.

¿Padre?, gracias, gracias y más gracias. He sido honrado con tu bendición y mi familia también. No siempre nos llevamos bien, no siempre nos demostramos nuestro amor o hablamos de todo. Pero sé que daría la vida por mi familia.

Desagradecido, soy desagradecido, mi falta de gratitud es otro de mis defectos. Pensándolo bien soy bastante defectuoso, sin embargo no conozco a nadie a quien yo le caiga mal, siempre hay algo de mí agrada a los demás. Es extraño, tampoco conozco a nadie que me caiga mal. ¿será esto un defecto?.

En fin, esta es una de esas ocasiones en las que reflexionas sobre tu vida a partir de un tema bastante banal.

Esa noche llegué a mi casa con la nueva mascota: Bravo, el nuevo perro.