martes, marzo 25, 2014

Cuento: "Causalidad casual"

Nos reímos expuestos por la tenue luz, luz densa y materializada, luz que fervientemente deseábamos oscurecer en medio del llanto interno que pregonábamos a través de ventanas vidriosas, cansadas pero atentas, ventanas cual miradas parlantes en medio de esa luz incómoda, una luz que seguía ahí, prolongando la mezcla de hielo y agua que no sabíamos si derretir o condensar. Una luz que nos detenía a través de alientos a alcohol, voces sin sentido, pláticas desentendidas, oídos sordos, tactos desesperados, deseos quebrantados, confusos, instintivos.

Nos reíamos y llamábamos.

La idea de nosotros, ahí, jamás se presentó más clara, cristalina y exhibida que en esa noche terriblemente iluminada, pero convenientemente fulgurada. La idea se manifestaba por medio de una verborragia de pañuelos, servilletas, reclamos, tropezones, descalzos, tocones, troncos, maderos, árboles, parajes, pensamientos, pensadores, construcciones ideadas, ideas, una idea presentada jamás tan clara cristalina como la de esa noche terriblemente iluminada pero convenientemente fulgurada.

El hielo se derritió.

Y ardió la madera en un vórtice de múltiples 'no' fonéticos y múltiples 'sí' físicos, físicos y epidérmicos entre pieles ilimitadas y confundidas entre dos seres juntos o un ser doble, pieles que expresaban calor y vorágines de oprobio tergiversado por un social fundamento desaprobado; pieles sensibles, cálidas e hidroxiladas. No sabía dónde empezaba ni terminábamos cada quién. Poesía practicada. Verborragias inútiles derramé en lugar de disfrutar el silencio de nuestras mentes idas.

No entendimos porqués, ni qués, ni dóndes, ni cuáles, ni cómos, ni quiénes, ni cuántos, ni nadas. Que al cabo ni importan.

¿Causamos esta casualidad?

Narración: "Delitos."

Conspiraba a la luz de la Luna múltiples maniobras para lograr cometer, lo que yo mismo, a pesar de hallarme sumergido en este delirante estado de embriaguez emocional ambigua, llamaría, un acto delictivo.

Seguramente implicaba una profunda y honda traición a la sobriedad emocional imperiosa de mi más entera inteligencia y capacidad pensante; una acción catalogada como abyecta y ruin en el contexto tradicional de mi pensar lúcido y transparente. Esta idea aguda que infecta a diario mis primeros pensamientos matutinos y mis últimas reflexiones nocturnas. Un evento cataclísmico incalculable de alto efecto sentimental.

Sin embargo me hallo acá, en el jardín eterno de lirios y tulipanes que lloran agua bendita luminosa de estrellas y polvo de luciérnagas, flores melancólicas pero fuertes, abstractas, complejas... artísticas.

El acto delictivo de cortar estas flores perennes de sus bulbos, llevarlas conmigo, ocultarlas, y dejarlas moribundas para yo dormir pensando en ti y despertar penando en ti... para después arrepentirme y arremeter contra ellas, terminar con su sufrimiento, aplastarlas y arrancarles la vida, que fallezcan con estos sentimientos hacia ti, y, así, dejarte morir para, luego, matarme.