lunes, febrero 13, 2017

Texto: "El Juego".

5. Repentinamente la paz regresó a mí, no sé explicar por qué o cómo, pero estoy sumamente agradecido con Mayrita. Resulta que la niña de siete años alcanzó el nivel mil del estúpido juego. Este evento quedará de por vida atascado en el sitio más profundo de mi memoria. Traumatizado. Llegó al nivel mil. Pinche juego del móvil. Avancé quince niveles haciendo trampa (Mayrita me dijo las 15 respuestas).

4. Almorcé a gusto, y saqué el móvil al terminar de servir mi segundo vaso de fresco de tamarindo. El hijo de la cocinera, inevitablemente preguntó por el juego, y lo abrí. Conté mi episodio de anoche, se rió de mí y reveló una verdad macabra.

3. Logré evitar la tentación de abrir el juego, en parte gracias a que hoy sí hubo trabajo en la planta, y en parte a mi estoica fuerza de voluntad. Es hora del almuerzo y me dirijo a la choza en la que tengo el inamovible hábito de almorzar. El cosquilleo del juego permanecía latente, queriendo tomar dominio de mis facultades. Pero no lo abrí.

2. A las cuatro de la madrugada me estaba bañando ya, asumiendo la derrota, lavando las heridas mentales que dejó la noche. Me alisté para ir a la planta, desayuné, caminé a la terminal y tomé el bus. Golpeado, dañado, traumatizado. Odiando al hijo de la cocinera.

1. Medianoche, me sigo quebrando. Si intento dormir pienso en el juego y si juego, el sueño no me deja pensar; atascado, sin poder descifrar el nivel 85, y sin poder dormir. Cuatro imágenes, una palabra. Estúpido juego, estúpido yo, estúpido el hijo de la cocinera.