Sudaba frío, únicamente en bóxer, todo en total oscuridad y en profundo silencio, mi respiración agitada y mi ansiedad aumentando. Me levanté aceleradamente y atravesé el casi infinito corredor, con pies descalzos, ojos entreabiertos, piel de gallina... Empujé la carcomida puerta de madera, y con mi último resguardo de fuerza levanté la tapa y vomité. Maldita verguera.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Di algo, o nada.