Yo terminaba la jornada matutina del sábado: la rutina tan querida pero tan llena de altibajos y piruetas. También derramé unas lágrimas y me ceñí un pañuelo violeta en la cabeza.
Me gusta usar una camisa holgada, botas y pantaloncillos de lona, la maleta a hombros que mi hermano me obsequió espontáneamente, y una octava parte de aguardiente antes de salir a pasar un rato al monte, parte de la rutina que mencioné.
El aguardiente es el reflejo de las lágrimas.
Recordé el dicho de mi querido ángel flameante y leónico: respiración consciente. Junto a ese recuerdo, mi cuerpo aplicó la memoria, de un libro leído tiempo atrás, y curvó los dedos de los pies y se agarró al mundo.
Tradicionalmente, quizá culturalmente, dejé mis pertenencias y solo escondí, entre mi calcetín y planta derecha del pie, cinco quetzales de emergencia para un bus de regreso a casa. En la maleta a hombros había tres bolsas plásticas, dos de agua pura y una agua impura o ardiente. Una cajita de madera. Mucho papel higiénico. Un trozo de polímero sintético termoformado a modo de capa contra la lluvía. Había una libreta y un lápiz con el borrador mordido. Otros cinco quetzales. Un pequeño llavero de metal hueco, con forma de huevo caricaturizado con dos ojos y una sonrisa.
Los infortunios y las eufirias del camino de ocho kilometros hasta el nacimiento de agua y las piedras enormes es despreciable a excepción de este resumen: mucha lluvia y muchos pasos.
Al llegar al nacimiento hice lo que suelo hacer en esos casos: descalzarme primero que todo, beber la bolsita con agua y llenarla nuevamente con agua del nacimiento, destapar el huevo metálico para sacar y prender el puro, y parar un rato el diálogo interno.
Antes de irme, ejecutar el único acto lejano a la rutina, aunque quizá el más natural de todos los actos de la vida: secar las lágrimas con papel higiénico, desanudar el pañuelo violeta, guardar un minuto de silencio y enterrar al pie de una enorme roca la cajita de madera, cofre de la pequeña ave que acompañó por años mi rutina.
Vi un destello tornasol.