sábado, junio 01, 2024

Testimonio: Los pies como cimiento del ser.

El punto de inflexión, o mejor dicho, el epicentro, de esta transformación fue la lectura de viaje a Ixtlán. En sus páginas se describen maniobras físico psicológicas para cultivar el poder personal. Ahí yace evidencidada la descripción de una forma de caminar, currando los dedos con la intención de «agarrarse al mundo». 

Ahora lo veo con alta definición y claridad, transparencia quizá: muchísimas fibras se anudan en esta época de mi vida, algunas se proyectan años al pasado (más allá de mi ojo temporal) y otras se continúan largamente hacia el futuro. Este nudo es más que un enredo incómodo, ha sido el nundo que sostuvo los arneses de mi escalada, el nudo que mantenía unido el equipaje con el que cargaba, el nudo significaba estrategias y utilidades. Hubo tanta gente que ayudó a formarlo, para bien y para mal de ellos y mío. Pero el destino del nudo se cumplió y su desate es inaplazable. 

Agarrarse al mundo con los dedos de los pies: lo primero que sale a la luz es una antigua herida, una vieja fractura en el dedo anular del pie derecho, carente de consciencia, sin fuerza ni domino voluntario. Esa herida física la acompañaba una emocional, una paternidad y maternidad complejas que rasgaron corazón y mente. La rehabilitación del dedo debía incluir un perdón y una reconciliación. 

La segunda herida antigua en salir a la luz fue la fractura del tobillo derecho y de igual forma un evento psicólogo que pide examinar la hermandad, la amistad y la adicción. 

El pie se fortalece.

La tercera luz que emana de esta técnica de caminata es la debilidad de los glúteos, y con ello todo un equipaje arrastrado de culpas y huidas de relaciones personales. 

La cuarta luz es el diafragma, tan inconsciente, respirando cual tropiezo. Y con ello lo reprimido de miedos de la niñez, el miedo que vincula todo lo que sostiene mi identidad, el miedo a la muerte, el miedo a la vida, el miedo al amor principalmente, el miedo al amor propio. He de seguir caminando. 

La quinta luz es la voz, el canto, el poder del habla, la magnitud de la articulación de palabras y la conexión del universo interior con el universo exterior. Es la respiración hecha acto, materializar la intención. Es una lengua desbalanceada, narinas asimétricas, cuero cabelludo enfermo, expresión facial torcida, sesgada, flácida. Qué desconsiderado monólogo el que he cultivado por años.

Recuperar la salud de los pies ha sido un proceso espiritual que me ha dado la capacidad de caminae hacia el amor, de hallarlo en este cuerpo milagoroso, de cultivarlo dentro, multiplicarlo, y poder notarlo en el rededor, vocalizarlo y aceptarlo.