1. El atardecer encendía stratus en fuego y la noche, en el lado contrario del cielo, ennegrecía otros cirros en la sombra.
2. Un evento similar se reflejaba sobre las aves, una salían a cazar y arremolinarse, mientras otras buscaban las profundidades de los aguacatales, duraznales y mangos.
3. En la mente y corazón había una fenomenología análoga. Se imaginaban viajes a lugares prístinos, de arquitecturas en éxtasis y armonía con la naturaleza que brillaban como una pequeña parte del sol, con ganas de recolectar semillas y, al anochecer, llevarlas a casa y pensar en su futuro en la chagra, el jardín y la huerta.
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