viernes, marzo 16, 2012

Cuento: "Meditación de un hombre común."

¿Era oportuno llevar algo así a casa en este momento? Mis hijos me lo agradecerían, pero seguro mi esposa terminaría insultándome seriamente. Siempre quise uno. Bueno, de hecho no, pero sería un excelente excusa.

Pero pensar en todo lo que tendría que hacer para mantenerlo, la inversión económica, el tiempo y la paciencia. Nunca he sido muy paciente, siempre trato de serlo pero al minuto ya me impacienté. Eso es algo que no me gusta mucho de mí. Sé que debo mejorar, he tenido bastantes problemas por los defectos que sé que tengo y nunca solvento. Sé que también soy bastante gruñón y seriamente haragán para los oficios de la casa...

Ah, la casa, tanto dinero, sentimientos e ideas invertidas ahí, tanta gente involucrada. Mis hijos y esposa vivimos bien, pocas veces agradezco a Dios por eso. Es algo decepcionante.

¿Padre?, gracias, gracias y más gracias. He sido honrado con tu bendición y mi familia también. No siempre nos llevamos bien, no siempre nos demostramos nuestro amor o hablamos de todo. Pero sé que daría la vida por mi familia.

Desagradecido, soy desagradecido, mi falta de gratitud es otro de mis defectos. Pensándolo bien soy bastante defectuoso, sin embargo no conozco a nadie a quien yo le caiga mal, siempre hay algo de mí agrada a los demás. Es extraño, tampoco conozco a nadie que me caiga mal. ¿será esto un defecto?.

En fin, esta es una de esas ocasiones en las que reflexionas sobre tu vida a partir de un tema bastante banal.

Esa noche llegué a mi casa con la nueva mascota: Bravo, el nuevo perro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Di algo, o nada.